viernes, 10 de junio de 2016

El tercer gobierno neoliberal. Ernesto Zedillo Ponce de León

El padre del Neoliberalismo y sus hijos

El error de diciembre se presentó como la primer crisis del México del TLCAN y el primer signo del fracaso



A partir de octubre de 1994, se produjo el derrumbe de las reservas internacionales, pero Salinas decidió postergar la devaluación del peso, lo que implicaba que el ajuste tendría un costo mayor. En este contexto y ya con Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000) instalado en la Presidencia de la República, se produjo el “error de diciembre”, cuando José Serra Puche, Secretario de Hacienda, decidió cambiar la resolución del Director del Banco de México, Miguel Mancera Aguayo (quien proponía la libre flotación) y estableció una ligera ampliación de la banda de flotación (del 15%); sin embargo, se hizo del conocimiento de los empresarios miembros del Comité de Seguimiento del Pacto, la difícil situación de las reservas internacionales. Filtrada la información, hubo compras masivas y especulativas de dólares. La devaluación no fue provocada por la fuga de capitales sino a la inversa. Entre el 20 y el 21 de diciembre las reservas se redujeron en casi 5 mil millones de dólares; lo que forzó a decretar la libre flotación.
La devaluación de diciembre suscitó pánico en los mercados cambiarios y financieros por el colapso de las reservas acumuladas de la deuda pública a corto plazo y por la incapacidad de Clinton de apoyar a México con 6 mil millones de dólares (El Congreso se opuso). El resultado, en el ámbito internacional se conoció como el “efecto tequila” que se concretó en una situación de emergencia financiera y en la caída de las bolsas de valores en América Latina. La primera crisis de la globalización hizo acto de presencia. La consecuencia inmediata fue una feroz recesión: el mercado de valores perdió 40% de su valor sólo en el mes de enero de 1995, la tasa de interés subió a más del 60%, aumentaron el desempleo y el subempleo, cientos de pequeñas empresas cerraron y el sector bancario en su totalidad fue técnicamente declarado en bancarrota, cuyo costo se calculaba ya, superior a los 80 mil millones de dólares (Riding, 2000).


En febrero de 1995 se instrumentó el rescate financiero por 50 mil millones de dólares, que se tradujo en un alto costo económico para México, en restricciones crediticias impuestas por el FMI y limitación a la expansión del crédito interno, que paralizó la economía nacional, con sus consecuentes implicaciones económicas (crisis productiva), sociales (pobreza, desempleo) y políticas (aumento del voto antipriísta). Así por ejemplo, el gobierno de Zedillo aplicó un programa de ajuste ortodoxo caracterizado por una política monetaria y fiscal fuertemente restrictiva (tasas de interés real muy altas).

 En el primer trimestre de 1995, irrumpió la recesión económica más grave y profunda de México, pues el PIB cayó durante el año a un -6.9% y el consumo global bajó en un -11.7%; para marzo de 1995, el peso había alcanzado una devaluación del 94.6% respecto al dólar (Guillen, 2000).

     Al llamado “Efecto tequila” se le consideró como la primer crisis de las economías globalizadas pues sus repercusiones impactaron a varios países latinoamericanos. A México le costó más de 70 mil millones de dólares, una disminución económica cercana al -7%, desempleo galopante, quiebra de pequeñas y medianas empresas, violencia social, aparición de los deudores de la banca (los “barzonistas”), proliferación de la economía informal, etcétera. Empero, después de 1996 inició la recuperación económica, que para el año 2000 registró en crecimiento del 6.9% del PIB y con una inflación de un dígito (7%). Dicho proceso se explicó por el inesperado crecimiento económico de Estados Unidos que prevaleció en el periodo 1992-2000.



      A pesar de la difícil situación que manejo el presidente Zedillo en su sexenio, por un mal manejo económico por parte de la gente que conformaba su gabinete, este logro terminar de una manera decente su sexenio al casi nivelar la economía a como estaba a principios de su mandato. Este es un ejemplo claro de cómo a pesar de que se puede tener un gran modelo económico en auge y que ya se haya desempeñado de una manera correcta con anterioridad, si no hay un buen equipo para manejar la tan frágil economía como la que posee México, el modelo no tendrá éxito.



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