EL ENMASCARADO DE PLATA, EL SUPERHEROE DEL RING
El cine de luchadores, desde los años sesenta hasta la lenta decadencia del Santo, fue una bandera de creación mexicana que llegó hasta los rincones mas alejados del mundo, siendo un género puramente mexicano, presente hasta los años 80 entre el pueblo cuando el nuevo cine comenzó a surgir.
El Enmascarado de Plata fue la que sentó las bases para el desarrollo del género de luchadores en el cine mexicano. Con sus rostros ocultos detrás de máscaras, los protagonistas de las cintas de luchadores se convirtieron en campeones de la justicia, al más puro estilo de algunos super-héroes de los comics norteamericanos como El Fantasma (The Phantom), personaje enmascarado que luchaba infatigablemente contra el mal, creado por Lee Falk en la década de los treinta.
En sus aventuras, los enmascarados se enfrentaron por igual a psicópatas asesinos que a monstruos del espacio, maléficas hechiceras, gángsters internacionales, mujeres-vampiro, momias sedientas de venganza, científicos enloquecidos o contra todos a la vez, siempre buscando el triunfo de la ley y la justicia.
El anhelado debut cinematográfico de Santo ocurrió en 1958 con dos películas filmadas en Cuba y producidas por los hermanos Rodríguez: Santo contra el cerebro del mal y Santo contra hombres infernales. A pesar de la inmensa popularidad del personaje, los productores aún no creían que pudiese convertirse en un imán de taquilla, por lo que la realización de ambas cintas denota un enorme descuido y grandes dosis de improvisación. Como mera curiosidad, cabe señalar que el rodaje culminó un día antes de que Fidel Castro entrara en La Habana y declarase el triunfo de la Revolución.
Santo contra los zombies (1961) incorporó formalmente al Enmascarado de Plata al cine industrial mexicano. A partir de esta cinta, su carrera se caracterizó por la variedad de sus aventuras y la diversidad de escenarios en las que éstas se llevaron a cabo. En ese mismo año, Santo se alió con la Interpol en Santo contra el rey del crimen, resolvió delitos cometidos en zonas arqueológicas en Santo en el hotel de la muerte y se enfrentó, en un ambiente de western, al diabólico doctor Zuko en Santo contra el cerebro diabólico.
Al año siguiente, Santo lograría una singular e inesperada internacionalización gracias a la delirante cinta de horror camp titulada Santo vs. las mujeres vampiro. En la tradición del mejor cine gótico, el Enmascarado de Plata se enfrentó a las inquietantes vampiresas enmedio de un castillo en ruinas, telarañas y tumbas abiertas. Con la ayuda de sofisticadas herramientas -relojes intercomunicadores, videófonos futuristas y autos convertibles- Santo se convirtió en una especie de James Bond enmascarado, siempre listo para luchar por la justicia.
Santo en el museo de cera, su siguiente película, reforzó la nueva personalidad creada para el héroe enmascarado. Esta cinta, una de las más representativas de la primera etapa de la exitosísima carrera cinematográfica del Enmascarado de Plata, conjunta todos los elementos y situaciones que ayudaron a construir el mito del inolvidable héroe de la máscara plateada: su estrecha colaboración con la justicia, su capacidad para analizar situaciones riesgosas combinada con la fuerza necesaria para sortear los peligros, así como su habilidad para utilizar artefactos de "alta tecnología" que le permitían ir un paso adelante de sus adversarios.
De la primera etapa de la filmografía de Santo destacan las cintas en las que la lucha libre se combinó con el horror y la ciencia ficción: Santo vs. el estrangulador (1963), Atacan las brujas (1964), Profanadores de tumbas (1965), El barón Brákola (1965) y la delirante Santo, el Enmascarado de Plata vs. la invasión de los marcianos (1966), además de las ya mencionadas Santo vs. las mujeres vampiro (1962) y Santo en el museo de cera (1963).
Con Operación 67 y El tesoro de Moctezuma -filmadas simultáneamente en 1966 por René Cardona, Jr.- el color llegó a las películas de Santo, al mismo tiempo que se acentuó el suspenso de corte policíaco en sus tramas. En estas cintas, elSanto hizo mancuerna con el actor Jorge Rivero para desbaratar a una peligrosa banda internacional -con sede en Hong Kong- que intentaba, en la primera de ellas, inundar de dinero falso a un imaginario país latinoamericano y, en la segunda, robar el legendario tesoro del emperador azteca. El crítico e historiador Rafael Aviña hace notar que el ambiente alrededor de Santo se volvía más sofisticado:
A partir de este momento el Enmascarado de Plata ascendía en la escala social -recuérdese que lo mismo sucedió con los filmes de Mario Moreno "Cantinflas" y Pedro Infante-; contaba con un departamento de lujo, su laboratorio se modernizó y dejó las capas y las mallas por los sacos sport y los suéteres de cuello de tortuga, sin que falte su auto deportivo al estilo James Bond.
Aviña, R. (1999). "Del cuadrilátero a la pantalla." El Santo, vida, obra y milagros. En SOMOS. México: Editorial Televisa, S. A. de C. V., p. 29.
En sus aventuras, Santo siempre estuvo rodeado de bellas y atrevidas mujeres. Algunas fueron temibles adversarias, como las misteriosas Lorena Velázquez y Ofelia Montesco de Santo vs. las mujeres vampiro o las inquietantes Maura Monti y Eva Norvind de Santo contra la invasión de los marcianos; otras, como la escultural Elizabeth Campbell de Operación 67 o la no menos imponente Amedée Chabot de El tesoro de Moctezuma, fueron conquistadas por la galanura del hombre de la máscara plateada. Otras más, como la singular Meche Carreño de El barón Brákola, llegaron a quitarse la ropa en versiones editadas "para público adulto" que se exhibieron fuera de México. Estas desinhibidas "versiones para exportación" de las aventuras del Santo fueron las que conquistaron los mercados de España, Francia y los Estados Unidos. De ellas, la más popular fue Santo en el tesoro de Drácula (1968) que en el extranjero fue conocida como El vampiro y el sexo.
Pero ni los desnudos ni el sexo sugerido fueron la causa de la enorme popularidad que alcanzaron las películas del Enmascarado de Plata en Líbano, Marruecos, Egipto y Turquía, países bastante conservadores. En Beirut y Estambul aún existen fanáticos del legendario luchador que afirman, con gran seriedad, que Santo era un superhéroe de origen árabe o turco. La fama de Santo en Turquía fue tan grande que llegaron a filmarse películas, como Los tres poderosos (3 Dev Adam)realizada en 1973, en las que su personaje fue interpretado por una estrella local, el actor Yavuz Selekman.
Para finales de los sesenta, la fórmula creada por las películas del
Santo funcionaba perfectamente con todos los públicos y el enmascarado se daba el lujo de alternar el cine infantil de
Santo contra Capulina (1968) con el
porno-soft de
Santo en la venganza de las mujeres vampiro (1970). La fama de Santo se extendía por todo el continente americano, Europa, Medio Oriente y el Pacífico Asiático.
Durante la siguiente década, las tramas de sus filmes oscilaron entre las intrigas policíacas de corte internacional -como Misión suicida (1971), Anónimo mortal (1972) o Santo en el misterio de la perla negra (1974)- y las fantasías terroríficas, al estilo de Las momias de Guanajuato (1970), Santo vs. la hija de Frankenstein (1971), Las bestias del terror (1972) o La venganza de La Llorona (1974). Esta etapa de la filmografía del Santo se caracterizó por sus rodajes en locaciones internacionales: Colombia, Ecuador, Puerto Rico, Haití y los Estados Unidos sirvieron de escenarios para sus aventuras.
La anhelada super-producción se presentó en 1973, cuando el Enmascarado de Plata rodó en España la que llegó a considerar su mejor película: Santo contra el doctor Muerte. Para esta cinta, cuya trama se desarrollaba en el siniestro mundo de los traficantes de arte,
Santo contó con diez semanas de rodaje en lugar de las tradicionales tres o cuatro de sus producciones mexicanas.
El brillo de la máscara de plata comenzó a opacarse hacia 1978. Aunque la popularidad del Santo se mantenía vigente, los productores se desinteresaron de su atractivo taquillero al descubrir que el cine de ficheras y el cine fronterizo eran géneros más rentables. El tiempo también se puso en contra del Enmascarado de Plata, quien ya superaba los sesenta años de edad. Aún así, el héroe de mil batallas se dio tiempo para enfrentarse a unos cuantos villanos más y darle la alternativa a su vástago en Chanoc y el Hijo del Santo vs. los vampiros asesinos (1981) antes de realizar su última acrobacia fílmica en La furia de los karatecas (1982).
Tras el fallecimiento del
Enmascarado de Plata, el cine de luchadores desapareció casi por completo. Las parodias, alusiones y homenajes se sucedieron sin que el género lograra "levantarse de la lona." En 1981, el director José Buil abordó al personaje desde una perspectiva ácida e irónica en su mediometraje
Adiós, adiós ídolo mío, desatando el enojo de la familia del luchador y de sus seguidores incondicionales. Tiempo después, Buil se reivindicaría con parientes y admiradores del enmascarado al dirigir La leyenda de una máscara (1989), nostálgico homenaje al cine de luchadores y a la mítica figura del
Santo.